Cuando pensamos en volar, solemos centrarnos en el asiento, la comida o la duración del viaje. Pero hay dos momentos del vuelo que suelen pasarse por alto —y que muchas veces definen cómo lo empezás y cómo lo terminás—: el embarque y el desembarque. Y si bien parecen simples, esconden secretos que pueden ahorrarte tiempo, incomodidades y hasta malos ratos.
Después de años viajando y observando comportamientos en aeropuertos, aprendimos que hay formas más inteligentes de encarar estos dos momentos clave. Desde cuándo es realmente útil subir primero, hasta cómo salir sin quedar atrapado entre filas, son detalles que suman.
En este artículo te contamos lo que nadie suele contarte, pero que nosotros aplicamos cada vez que volamos. Trucos simples, actitudes prácticas y pequeñas estrategias que convierten el “subir y bajar del avión” en una parte fluida de tu viaje, y no en un caos más que atravesar.


🛫 1. Embarcar primero no siempre es mejor
Muchos corren a la puerta apenas escuchan el llamado. Pero salvo que necesites tiempo extra o espacio para equipaje de mano, subir primero no siempre es lo ideal. Si tu asiento está en el medio o al fondo, vas a quedarte de pie esperando igual. Nosotros preferimos dejar que suba la mayoría y entrar tranquilos al final del proceso. Así evitás filas largas y empujones innecesarios.
🎒 2. Dónde guardar tu equipaje de mano para no complicarte
l equipaje de mano debe estar cerca, sí, pero también bien ubicado. Si lo subís al compartimento más lejano, vas a tener que nadar contra la corriente al bajar. Lo ideal es ubicarlo justo encima de tu asiento o lo más cerca posible, y asegurarte de que esté orientado correctamente para sacarlo rápido. Nosotros también solemos tener una bolsa pequeña con lo esencial a mano, por si no hay espacio arriba.
🧍♂️ 3. Al aterrizar, la ansiedad no ayuda
Apenas el avión toca tierra, muchos se levantan como si corrieran una maratón. Pero la realidad es que, salvo que estés en la primera fila, vas a tener que esperar igual. Lo mejor es usar esos minutos para revisar tu asiento, asegurarte de no olvidar nada, y tomarte el tiempo con calma. Bajarte relajado es la mejor forma de cerrar el vuelo sin estrés.
📲 4. Algunos detalles que simplifican todo
Tener tu celular con la tarjeta de embarque lista, documentos a mano, auriculares guardados y cinturón desabrochado antes de llegar a la puerta, puede ahorrarte más de un tropiezo. Nosotros también anotamos mentalmente (o en el celu) dónde está el equipaje facturado y hacia qué salida nos dirigimos. Parece mínimo, pero cada minuto ganado en el proceso suma comodidad.
💬 Reflexión final
El embarque y el desembarque no son solo trámites: son parte integral de tu experiencia de vuelo. Y aunque no podemos controlar el ritmo del resto, sí podemos elegir cómo vivir ese momento. Con una actitud relajada, un poco de estrategia y algo de orden, podés convertir dos procesos estresantes en pasos simples y hasta agradables.
Nosotros aprendimos a no correr, no empujar y no desesperar. Porque al final, todo el mundo termina sentado… y después, todos bajan. Pero la forma en que lo hacés dice mucho de tu viaje. Elegí hacerlo con tranquilidad y vas a ver cómo hasta lo más rutinario del vuelo puede sentirse distinto.