Vuelos de 8, 10, 14 horas o más… solo de pensarlo, a muchos les da escalofríos. Pero si algo aprendimos como viajeros y profesionales del turismo es que un vuelo largo no tiene por qué ser un martirio. Con un poco de preparación (y algunos trucos probados en el aire), podés atravesar esas horas como un verdadero experto.
La clave está en preparar tu cuerpo, tu mente y tu equipaje para el desafío. Porque estar sentado durante tanto tiempo puede afectar tu descanso, tu circulación y hasta tu estado de ánimo si no lo enfrentás bien. La diferencia entre un vuelo interminable y uno llevadero, muchas veces, está en los detalles.
En este artículo te compartimos los principales puntos a considerar para elegir el asiento más cómodo para vos, según el tipo de vuelo, tus prioridades y tu cuerpo. Porque no todos los asientos son iguales, y tu viaje empieza desde ahí.


🧴 1. Prepará tu cuerpo con anticipación
Uno o dos días antes del vuelo, empezá a hidratarte más de lo normal, comé liviano y descansá bien. No llegues al avión con sueño acumulado o mal alimentado. También es importante vestirte con ropa cómoda, suelta y en capas (el clima en cabina puede variar). Si el vuelo cruza varios husos horarios, ajustá tu reloj interno un poco antes: podés ir adelantando o retrasando tus horarios de sueño.
🎒 2. Armá un kit de vuelo inteligente
Llevá lo que realmente te va a servir en cabina: antifaz, tapones, auriculares, almohada de cuello, medias de compresión si el vuelo es muy largo, crema hidratante, snacks livianos y una botella de agua reutilizable. También es clave tener a mano tus documentos, un cargador portátil y algo de entretenimiento (descargado por si no hay WiFi). Menos es más, pero lo esencial hace la diferencia.
🧘♀️ 3. En vuelo: moverse, respirar y descansar
Durante el vuelo, levantate cada tanto, mové las piernas, hacé rotaciones de tobillos y estiramientos suaves. Esto no solo mejora la circulación, también ayuda a mantenerte más despierto y relajado. Dormí cuando puedas, pero sin forzarlo. Y si no podés, usá ese tiempo para relajarte, escuchar música suave o meditar. El cuerpo agradece cuando le das pausas activas.
🍽️ 4. Alimentación y actitud: el combustible invisible
Comé liviano y evitá las comidas muy saladas, los azúcares y, si podés, el alcohol. En cambio, optá por snacks con proteína, frutas secas y mucha agua. En cuanto a la actitud, tratá de tomarte el vuelo como parte del viaje, no como un obstáculo. Si lo usás para desconectar, pensar, leer o simplemente dejarte llevar, las horas pasan mucho más rápido.
💬 Reflexión final
Un vuelo largo no tiene que ser una tortura. De hecho, puede ser un momento de pausa en medio del movimiento, una oportunidad para reconectar con vos mismo o para simplemente descansar. La diferencia entre llegar agotado o llegar bien preparado está en esos pequeños hábitos que vas construyendo antes, durante y después del vuelo.
Nosotros aprendimos a escuchar nuestro cuerpo y organizar nuestros viajes pensando también en lo que pasa arriba del avión, no solo en el destino. Porque llegar bien hace que el viaje valga más. Y si lo hacés con calma, planificación y actitud positiva, incluso un vuelo de 14 horas puede sentirse como parte de la aventura.